Una ceremonia en la que la escritora barcelonesa ha llenado de emoción y largos aplausos el Paraninfo de
Vestida muy elegante, con un traje de raso de color gris perla y una blusa blanca, y sentada todo el tiempo en una silla de ruedas que conducía su hijo Juan Pablo de Goicoechea (su sombra en toda la ceremonia), Ana María Matute ha comenzado por pedir disculpas por no saber escribir discursos.
"Prefiero escribir tres novelas seguidas y veinticinco cuentos, sin respiro, a tener que pronunciar uno. "Esta anciana que no sabe escribir discursos solo desea hacerles partícipes de su emoción, de su alegría y de su felicidad -¿por qué tenemos tanto miedo a esa palabra?-", ha dicho, y ha agradecido el premio a "todos cuantos han hecho posible este sueño".
"El que no inventa no vive". "La literatura ha sido el faro salvador de muchas de mis tormentas". "A la literatura en grande, como a la vida, se entra con dolor y lágrimas".
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